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INVESTIGADORES DEL AMTC PARTICIPAN EN ESTUDIO SOBRE LOS ALUVIONES OCURRIDOS HACE UN AÑO EN CHILE CENTRAL

martes 25 enero 2022

El 30 de enero se cumple un año de los aluviones que afectaron la zona central de Chile. Las dos áreas más afectadas fueron la localidad de San Alfonso en la comuna de San José de Maipo y Cantarrana en la comuna de Malloa. Ciertamente las luces y cámaras estuvieron en la localidad del Cajón de Maipo, zona turística y cercana a Santiago, mientras que menor atención fue otorgada a lo acontecido en la zona agrícola de Cantarrana en la Región de O’Higgins. En Cantarrana y alrededores, el aluvión causado por una tormenta de granizo dañó 73 viviendas y dejó a 200 personas afectadas. Las causas del aluvión ocurrido en Malloa, su comportamiento y los impactos tanto materiales como sociales en las comunidades afectadas, son los puntos principales de un nuevo estudio que será publicado por la revista Landslides y en el que participaron tres investigadores del Advanced Mining Technology Center (AMTC).

En la investigación “Triggering factors, behavior, and social impact of the January 2021 hail‐debris flows at the Central Valley of Chile”, liderada por el geólogo Jorge Romero, doctorante de la Universidad de Manchester, y la antropóloga Francisca Vergara-Pinto de la Universidad de Los Lagos, participaron a nombre del AMTC los investigadores Germán Aguilar, Santiago Montserrat y Alex Garcés. En esta conformación interdisciplinaria, que involucró la participación de geólogos, ingenieros hidráulicos y la antropóloga, se realizó un estudio que permitió identificar los factores geológicos y geomorfológicos que controlan la susceptibilidad del territorio ante eventos aluvionales, además de la identificación de factores hidrometeorológicos detonantes y los efectos psicosociales y económicos en la población.

Granizos caídos durante la tormenta del 30 de enero de 2021 en la comuna de Malloa.

Los investigadores concluyeron que los aluviones de la tarde del 30 de enero de 2021 fueron condicionados por varios factores de la zona: una sequía extendida junto con la geología y geomorfología locales, con laderas de más de 25 grados de inclinación, cubiertas por suelo degradado por la deforestación causada por ganadería y que aceleró la sobresaturación de agua y la erosión durante la tormenta. Los flujos aluvionales se detonaron en un tercer pulso de precipitación que incorporó granizo, cuya energía de impacto en las laderas fue considerablemente mayor al de una lluvia normal, hasta en un orden de magnitud. Esta conjunción de factores condicionantes y detonantes resultó en un comportamiento característico de los aluviones de Malloa, que fue por primera vez documentado en la Depresión Central de Chile. A su vez, casi no existen en la literatura menciones sobre flujos aluvionales desencadenados por el impacto de granizos. En este sentido, el estudio es relevante ya que en la Depresión Central habita gran parte de la población de Chile, y porque, de acuerdo con recientes proyecciones climáticas, eventos meteorológicos de este tipo serán más recurrentes en el contexto de cambio climático, mientras que la sequía podría ser una condición permanente en la región.

Ladera con su suelo deforestado debido a la ganadería caprina.

Junto con la descripción de las causas y efectos físicos del aluvión, los investigadores detallaron también cómo las comunidades fueron afectadas por este fenómeno, incluyendo diferencias de género en cuanto a comportamiento: si bien todos los habitantes sufrieron un fuerte impacto psicológico, los hombres se concentraron en resguardar principalmente sus medios materiales (vivienda, enseres), mientras que las mujeres ejercieron el rol de proteger a los familiares, especialmente niños(as). De acuerdo con la antropóloga Francisca Vergara, “ambas experiencias (de mujeres y hombres) ante la emergencia y la recuperación producen diferentes memorias sobre los aluviones, lo que puede reproducir la vulnerabilidad de miembros específicos ante futuros desastres”. 

El estudio insta a aumentar esfuerzos en gestión de riesgo de desastres mediante estrategias de mitigación activas y pasivas: las primeras incluyen construcción de infraestructura como diques y canales; el monitoreo de quebradas, y manejo de erosión y deforestación; la segunda incluye la instalación de capacidades a nivel local para implementar acciones intersectoriales para prevenir, mitigar y diseñar escenarios de riesgo, los cuales pueden ser más frecuentes en el futuro debido al cambio climático global y la acción antrópica. A su vez, aborda el análisis del impacto psicosocial en la población considerando un enfoque de género, que debe ser tomado en consideración por las autoridades para la puesta en marcha de programas de emergencia que se desarrollen ante desastres socionaturales.